Chile - 2
Al
llegar a Antofagasta, me alojé en el hotel "London", propiedad de mi
primo Ivan Razmilić. Ivan y mi madre eran primos hermanos: él era hijo de Ivan -Ante-,
y ella era hija de Katarina, casada con Omerović. Aunque eran parientes míos,
Ivan, su esposa y dos hijas, yo no los había conocido hasta entonces. El hecho
de sentir que me encontraba en un medio amigable hizo más agradable mi estadía
en esa ciudad, en la que en todo momento oía hablar croata en el suave dialecto
de Brač. Ivan me mostró las tumbas donde descansaban mi abuelo y un tío.
Después
de un día de descanso, mi primera preocupación era resolver la cuestión de
embarcar a los repatriados, que eran unos trescientos. Croatas desempleados
había más, pero muchos no podían decidirse a volver. A pesar de que la gente
sabía que la economía chilena dependía principalmente de las exportaciones de
productos mineros, como el cobre y el salitre, y que sus ventas en el mercado
internacional estaban detenidas completamente como consecuencia de la crisis
económica mundial, la gente todavía tenía la esperanza de que llegarían tiempos
mejores. Gracias a la colaboración del Dr. Lisičić, resolvimos la cuestión del
orden de embarque. Él, además, había recibido del Ministerio de Acción Social
una suma de dinero para repartir y ayudar a los tenían que esperar más para embarcar.
Realizada esta tarea, tuve la oportunidad de permanecer en Antofagasta por
algún tiempo y de regresar luego tranquilo a Buenos Aires.
Para
mi alegría, me enteré de que en Antofagasta estaba también mi amigo Ante
Jakšić, llamado Antuka, con quien compartí mucho durante la infancia y juventud
cuando yo iba en el verano a Supetar, a lo de la abuela Katarina o a lo del tío
Ivan. De él aprendí muchos detalles acerca de la situación que reinaba entre
nuestros compatriotas en Antofagasta. En términos generales, las condiciones estaban
envenenadas. Un poco como consecuencia del desempleo y de la pobreza, y otro
poco por envidia y por un sinnúmero de otras razones personales, todo era pelea
entre ellos. Junto a unos pocos camaradas en Supetar, Antuka ya desde su
infancia, era nacionalista croata. Se quejó que no había nadie en Antofagasta,
con quien intercambiar una palabra amigable. Administraba el negocio de su
padre y durante el día nunca salía de la casa, para no escuchar las burlas de
sus compatriotas de Brač de orientación yugoslava y comunista. Sólo cuando caía
la noche, salía a dar un corto paseo por la ciudad. Se alegró mucho con mi
corta visita.
En
el área del norte de Chile, donde me encontraba circunstancialmente, los
inmigrantes croatas habían comenzado a llegar en gran número en 1868. En
vísperas de la Primera Guerra Mundial su número llegó a veinte mil. Después de
la Guerra, la mayoría de ellos abandonó la zona y se mudó a otras regiones del
país. Durante mi estadía en Antofagasta, regresó a su país en forma gratuita un
número relativamente bajo, pero importante como señal de la crisis económica.
El
crecimiento y la disminución del número y de la economía del grupo nacional
croata en el norte de Chile se relacionaba directamente con el crecimiento y la
disminución de la producción del salitre, el único producto de esa región
desértica. Las ventas, y por lo tanto la producción del salitre experimentaron
dos colapsos, uno después de la Primera Guerra Mundial (1918), y el segundo por
la crisis económica mundial (1929-1931). A través de más de 60 años de
presencia en la región, los inmigrantes croatas, en su mayoría de las islas de Brač
y Hvar, fueron los protagonistas del crecimiento económico de la región y
víctimas de su caída. Preparando la partida de un grupo de croatas desempleados
desde Antofagasta a su patria, también yo fui testigo presencial del cierre de
una época. No es de extrañar, entonces, que el desarrollo, de cuyo final
participé como testigo sin importancia, me emocionara y me llevara a echar un
vistazo más de cerca, incluyendo su juego histórico previo entre los países de
Chile y Bolivia. Sobre esto he aquí una revisión[1].
Antofagasta,
capital de la provincia chilena del mismo nombre, contaba en ese entonces con cerca
de 40 mil habitantes. Situada en una amplia bahía del Pacífico, servía desde el
siglo pasado como puerto de embarque del salitre y otros productos minerales
menos importantes del adyacente desierto de Atacama. La República de Chile
había tomado posesión en forma violenta de ese puerto, otrora boliviano, hecho
ocurrido en 1879. Debido a eso, hubo una guerra de cuatro años entre Chile, de
un lado, y los aliados ocasionales Bolivia y Perú, del otro. La guerra terminó
con la victoria de Chile, que anexó la provincia boliviana de Antofagasta y el
Tarapacá peruano.
La
disputa territorial entre Chile y Bolivia es muy antigua y hasta la fecha no ha
sido resuelta. Hay que buscar la razón de eso en la lejana división
administrativa de las posesiones coloniales españolas en América. Durante el
tiempo de la América española, ésta fue gradualmente dividida en cuatro
Virreinatos administrativos y cuatro Capitanías Generales. Desde 1543, Bolivia y
Chile pertenecían al Virreinato del Perú, que se estableció ese año. En 1776 se
estableció un nuevo Virreinato bajo el nombre de Virreinato del Río de la
Plata, con centro en Buenos Aires. Comprendía las posesiones españolas al sur
de Bolivia, por lo tanto, incluía a Chile. Dos años más tarde Chile se
convirtió, debido a la distancia que lo separaba de Buenos Aires, en Capitanía
General con las autoridades correspondientes.
Las
colonias americanas reconocieron el dominio de España hasta 1810. Entonces el
rey de España, Fernando VII, se rindió ante Napoleón Bonaparte, quien lo
destronó y en su lugar nombró a su hermano José. Después de eso, la reputación
del rey cayó y comenzaron a rebelarse contra los dominios españoles.
La
primera rebelión se produjo en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. La misma no
estaba dirigida contra España como "madre patria", sino contra el representante
del rey depuesto. Más tarde se convirtió en guerra libertadora que se extendió por
toda la América española y condujo a la independencia de las partes
constitutivas: los virreinatos y las capitanías.
Los
límites entre las áreas administrativas coloniales españolas de América, y por
lo tanto entre los nuevos Estados, no estaban especificados exactamente. Debido
a esto, después de la liberación, entre ellos hubo numerosas guerras,
incluyendo ésta entre Chile y los aliados Bolivia y Perú.
Esta
guerra es conocida históricamente bajo tres nombres: Guerra del Pacífico,
porque tuvo lugar en la región del Pacífico; Guerra del salitre (entre Chile y
Bolivia) y como la Guerra por el guano (entre Chile y Perú).
[La sal mineral, conocida como salitre, es un
compuesto de sodio y ácido nítrico. Sus yacimientos naturales, aplicables a la
transformación industrial, se encuentran en la parte norte de Chile. Una vez
limpio de impurezas, lo que se realiza mediante el lavado del mineral con agua,
el salitre tiene múltiples usos. Sirve como fertilizante para el agro, para la
producción de pólvora y nitroglicerina y para la obtención de vidrio.
El guano es excremento de aves marinas,
apilado durante siglos en los acantilados de la costa peruana donde casi nunca
llueve. Es el producto de la digestión de las aves que se alimentan de peces
marinos. Rico en fósforo, el fertilizante guano es un abono extraordinario.]
Las
disputas fronterizas entre la Chile y Bolivia comenzaron treinta años antes de
la llegada de los croatas a esa área, mientras que la Guerra del Pacífico
encontró a los inmigrantes croatas que ya estaban en Antofagasta e Iquique. La
disputa había comenzado en 1842, cuando el entonces Presidente de la República
de Chile, el general Manuel Bulnes, corrió la frontera de su país muy al norte,
hasta los 23 grados de latitud. Los nuevos límites abarcaban toda la zona del
desierto de Atacama, en el que, en la parte norte, en el interior de la localidad
boliviana de Antofagasta, había ricos yacimientos. Después de años de negociaciones
y conflictos fronterizos menores, se llegó en 1874 a un acuerdo, por el que el
gobierno boliviano aceptó el grado 24 de latitud como frontera entre los dos
países, de modo que Antofagasta y los depósitos de salitre quedaban en posesión
boliviana. Pero un año antes de eso, sintiendo la fuerte presión militar de
Chile, Bolivia y Perú firmaron una alianza defensiva secreta, por la que las
fuerzas conjuntas se defenderían de posibles reclamos chilenos ulteriores.
Independientemente
de esto, el gobierno boliviano otorgó al mismo tiempo a una empresa minera de
capital británico, registrada en la República de Chile, una concesión a 25 años
para la explotación del salitre en su territorio. Dos años más tarde, Bolivia
introdujo un impuesto a la exportación de 10 centavos de dólar por cada 100 kg
de salitre, gravamen que en el contrato de concesión no estaba previsto. Debido
a eso, la empresa minera inició procedimientos judiciales administrativos ante
las autoridades bolivianas, y cuando perdió la última apelación en 1879,
intervino el gobierno chileno ocupando el puerto de Antofagasta y así entró en
guerra con Bolivia y Perú.
La
guerra duró cuatro años y medio y terminó con la victoria de las armas
chilenas. Con Perú se firmó la paz en 1883, y una tregua con Bolivia en 1884. De
esta forma Chile recibió la provincia boliviana de Antofagasta y el Tarapacá
peruano. Por el tratado de Paz de 1904, Chile recibió formalmente la posesión
de la parte boliviana de la provincia de Antofagasta y Bolivia perdió su única salida
al mar. Pero hasta nuestros días Bolivia no considera que esta diferencia haya
sido resuelta y está tratando de obtener su salida al Pacífico a través de la
mediación de instituciones internacionales.
En
esta zona políticamente caliente de América del Sur, los primeros inmigrantes
croatas vivían, trabajaban e iban adquiriendo plantas vinculadas con la
preparación de salitre. Ya en 1890 algunos habían empezando a participar
directamente en la utilización de los yacimientos de mineral para obtener el salitre.
Pero la mayor parte de esta actividad minera comenzaría diez años más tarde,
cuando Paško Baburica, asociado con otras empresas croatas, empezó a comprar
muchos sitios existentes.
En
vísperas de la Primera Guerra Mundial, Paško Baburica, Frano Petrinović, Petar
Marinković, Pavo Mitrović, Ivan Sargo Bonačić y otros croatas de Dalmacia
poseían más de la mitad de toda la producción de salitre. Individualmente, y
más aún en su conjunto, representaban una potencia financiera de primera clase.
Sería
injusto decir que los croatas de América del Sur, además de las razones
económicas, no tenían también otros incentivos al adoptar su posición política durante
la Primera Guerra Mundial. Pero a pesar de todo sigue siendo un hecho que la
"Defensa Nacional Yugoslava" fue creada para defender la riqueza
adquirida en los campos de salitre chileno, y junto con los dos principales responsables:
el "Comité Yugoslavo" y el "Consejo Nacional de los Serbios,
Croatas y Eslovenos", tuvo su parte de culpa por la difícil situación en
la que cayó Croacia en 1918, y en la que hoy en día todavía se encuentra la
nación croata.
Sin
embargo, también en el caso del salitre chileno se repite el dicho de siempre:
"En este mundo lo único permanente es el cambio".
La
producción y venta de salitre había experimentado a través del tiempo dos
graves crisis. Una de ellas ocurrió después del final de la Primera Guerra
Mundial, cuando los alemanes aparecieron en el mercado mundial con un compuesto
obtenido artificialmente con sodio y ácido nítrico.
Por
la presión del bloqueo durante la guerra y aislados de los mercados del salitre
chileno, materia prima imprescindible para la guerra, la industria química
alemana logró obtener el nitrógeno a partir del aire, y luego el ácido nítrico,
para combinar el mismo con el sodio, obtenido de la sal de cocina, y así
producir un sustituto del salitre chileno.
Después
de que la guerra terminara, el nitrato de sodio sintético desplazó,
especialmente en el uso industrial, al salitre chileno, a raíz de lo cual la
producción de este último se redujo de manera significativa.
Otro
duro golpe que recibió la producción de salitre fue durante la crisis económica
mundial de los años 1928-1929, cuando Baburica y Petrinović decidieron vender
sus yacimientos. El comprador de sus yacimientos de salitre con todas las
instalaciones fue la gran empresa británica Guggenheim.
Durante
mi estadía en Antofagasta, he oído a varias personas sostener el mismo
argumento, según el cual la empresa de gestión de Guggenheim a finales de 1930
llevó a cabo numerosos despidos de empleados, sobre todo los de ascendencia
croata. La comunicación de despido era acompañada en el caso de los croatas de
un insulto: "Afuera, perros yugoeslavos".
Según
los mismos dichos, el motivo del despido y de tal proceder era que los
administradores de la compañía Guggenheim se sintieron engañados, después de un
año de utilizar los yacimientos de salitre transferidos. Por eso, cuando
tuvieron que despedir personal, comenzaron por los connacionales de los
antiguos propietarios. El fraude habría consistido en el hecho de que el precio
de compra de los yacimientos se determinó sobre la base de datos estadísticos respecto
de la abundancia de mineral procesado, que fueron presentados a Guggenheim por
la administración de los antiguos propietarios, y que al parecer, estos datos
no se correspondían con la verdad.
La
primera parte de la afirmación, sobre el despido de forma ofensiva de los
empleados, fue sin duda cierto, mientras que la otra parte, respecto de los
datos estadísticos, podría ser cuestionable, aunque oí mencionar el nombre del
funcionario administrativo jerárquico, de quien se decía que preparó hábilmente
estadísticas falsas con el propósito de obtener un mejor precio de venta de los
yacimientos.
En
estas cosas delicadas no puedo ser juez. Reproduzco aquello que escuché de
personas para cuya repatriación había ido a Chile.
En
Antofagasta me interesé por el destino de las numerosas sociedades que se
establecieron y operaron bajo el nombre de croatas. La mayoría de ellas ya habían
desaparecido y las que quedaban, actuaban en ese momento bajo el nombre de yugoslavas.
La Primera Guerra Mundial apagó en Chile el nombre croata.
Durante
mi estancia en Chile hablé con gente de ascendencia croata. Tal vez había más,
pero yo encontré sólo tres personas que confesaban su sentir croata: el Prof.
Frane Eterović, Antuka Jakšić y la señora María Vodanović, esposa de uno de los
primos de mi madre. Los dos primeros eran hijos de croatas de la isla de Brač,
y la señora María, nativa de la Croacia que había estado bajo administración
del Ban.
Después
de casi un mes de visita, sin duda interesante, pero al mismo tiempo triste, me
fui de Chile y regresé a Buenos Aires.
[1] Fuentes usadas:
Cantú —
Blasco Garzón, op. cit., Tomo X, especialmente pág. 410-448.
Borić,
Ivo, artículo citado.
La Razón, Buenos Aires, periódico vespertino,
10 de febrero de 1979, El Centenario de
la Guerra del Pacífico, pág. 8.
Dr. Vjekoslav Vrančić – Defendimos al Estado
Estudios
Migratorios Croatas cuenta con el apoyo de la Oficina del Gobierno
croata para los croatas fuera de la República de Croacia a través del subsidio
otorgado por ese organismo a FEPAI - STUDIA CROATICA http://www.hrvatiizvanrh.hr/hr/natjecaj/95/donijeta-odluka-o-raspodjeli-sredstava-za-udruge-i-zajednice-hrvatskog-iseljenistva-u-juznoj-americi-i-juznoafrickoj-republici-za-2014
Traducción realizada por el magister José María –Joza– Vrljičak
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El magister José María –Joza– Vrljičak es el director de la revista Studia Croatica desde 1994.
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